domingo, 3 de agosto de 2014

El amor de cocción lenta...


La publicidad, el cine, las novelas... nos confunden. A ver... ¿Has probado las sopas instantáneas? Un poco de agua, revolver, y... listo! Bien: nos han hecho creer que el Amor también es así, instantáneo. Dos que se atraen en los primeros diez minutos de la película, transitan cuatro días o dos meses con encendidas miradas que se cruzan... y ya está! Entonces se dicen las ineludibles palabras: “Te amo". No, no, no! Corte, señor Director! Ese guión está mal escrito! 

El Amor no es una sopa instantánea: es una comida compleja, de cocción muy, muy lenta... Es más: nos han hecho creer que "cuando el Amor aparece" es como si estuvieras ante una mesa con mantel blanco y velas encendidas, y un Alguien anhelado te lo fuera a servir en bandeja de plata. Pero... ya lo sabías, verdad? No te lo dan así: la vida te trae sólo una cesta rústica con muchos ingredientes. Y tendrás que trabajar arduamente con ellos: llorar pelando cebollas, mascar amarguras, quemarte, equivocarte en la mezcla y tirarla una y cien veces. Hasta que quizás logres cocer el manjar. Y puede que tenga fecha de vencimiento. Pero puede ser, en cambio, que hayas logrado gestar con el otro un alimento no-perecedero: en la India hay una palabra que es prema = devoción del uno hacia el otro. Amor Consciente.

A medida que corta, pela, revuelve... cada cocinero se va transformando. Pues es más que cocina: es Alquimia! Y eso tiene un valor extraordinario, porque aunque lo cocido, al final, no fuera comido ya por nadie, -si el vínculo se malograra-, hay algo que justifica plenamente esa tarea: que el cocinero pueda salir del vínculo más maduro, más crecido... más sabio. En ese caso, la experiencia que haya desarrollado implicará una pericia que le quedará disponible para sí mismo, pues se podrá perder o arruinar el objeto de amor, pero el Amor, jamás: es una habilidad que queda dentro de uno. Sí: saber amar requiere de entrenamiento. (Nunca nos lo dijeron!) Y cuando se dé una nueva ocasión es posible que ese cocinero, antes torpe, compruebe que se ha ido convirtiendo en un verdadero chef: sabe distinguir mejor los ingredientes nobles de los potencialmente tóxicos, sabe descartar una mala poción a tiempo, sabe, cuando el potaje es bueno, tenerle paciencia al fuego lento para que no se arrebate con demasiada intensidad...

De eso se trata, señor Director, señor guionista: que el Amor es una construcción, ladrillo a ladrillo. Todos lo sabemos en relación a la amistad: para que uno diga "Es mi mejor amigo", ¿cuántos años tienen que haber pasado? ¿Cuántas pruebas superadas juntos? Entonces: si decimos que una pareja es "más que una amistad", ¿cómo puede uno afirmar a los quince minutos de iniciada su propia película "Es el hombre (o la mujer) de mi vida" ? Esa falta de realismo produce inevitablemente DOLOR. Pero ese dolor puede hacer que comprendamos que el Amor no es como nos lo dijeron. Que necesitamos tirar a la basura nuestras insensatas creencias sobre lo que supuestamente es el Amor. Que ese raro manjar sólo puede elaborarse con tiempo y con trabajo interno: explorar un vínculo nuevo hasta conocerlo, y, sobre todo, conocerse a sí mismo a través de ese vínculo. Eso es el Amor Consciente. Escuchemos nada menos que a John Lennon decirlo así:


Nos hicieron creer que el “gran amor”,
sólo sucede una vez,
generalmente antes de los 30 años.

No nos contaron que el amor
no es accionado,
ni llega en un momento determinado.

Nos hicieron creer que cada uno de nosotros
es la mitad de una naranja,
y que la vida sólo tiene sentido
cuando encontramos la otra mitad.
No nos contaron que ya nacemos enteros,

que nadie en nuestra vida merece
cargar en las espaldas
la responsabilidad de completar
lo que nos falta.
Las personas crecen
a través de la gente.
Si estamos en buena compañía
es más agradable.

Nos hicieron creer en una fórmula
llamada "dos en uno":
dos personas pensando igual, actuando igual...
que era eso lo que funcionaba!

No nos contaron que eso tiene un nombre:
anulación.

Que sólo siendo individuos
con personalidad propia
podremos tener una relación saludable.

Nos hicieron creer que el casamiento es obligatorio
y que los deseos fuera de término,
deben ser reprimidos.

Nos hicieron creer que los lindos y flacos
son más amados.

Nos hicieron creer que sólo hay una fórmula
para ser feliz, la misma para todos,
y los que escapan de ella
están condenados a la marginalidad.

No nos contaron que estas fórmulas
son equivocadas,
frustran a las personas, son alienantes,
y que podemos intentar otras alternativas.

Ah, tampoco nos dijeron que nadie
nos iba a decir todo esto:
cada uno lo va a tener que descubrir solito. 

Y entonces,
cuando estés “enamorado de ti mismo"
podrás ser feliz
y te enamorarás de Alguien.

Vivimos en un mundo
donde nos escondemos para hacer el amor
aunque la violencia se practica a plena luz del día.

© Virginia Gawel

(Publicado en la revista Sophia Online en diciembre de 2011)

2 comentarios:

  1. Cuánta verdad bien expresada Virginia!!! Es tan cierto.... pero la buena noticia es que estamos a tiempo mientras habitemos en este cuerpo de humanitos, como decis vos!!! Un gran abrazo!!!

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  2. Cuánta verdad bien expresada Virginia!!! Es tan cierto.... pero la buena noticia es que estamos a tiempo mientras habitemos en este cuerpo de humanitos, como decis vos!!! Un gran abrazo!!!

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