Se siente diferente. Se piensa diferente. ¿Se es diferente? Las personas que tienen un nivel de conciencia más desarrollado suelen no encajar en su entorno, padeciendo de un marcado sentimiento de inadecuación. Comprender la naturaleza del problema ayuda a que el individuo se acepte a sí mismo, se aprecie, y tienda a buscar pares de su misma condición.
v Del otro lado del vidrio: La
lucidez no reconocida como tal puede ser dolorosa. ¿A qué se
refiere esta afirmación? Dicen
las antiguas Tradiciones de Sabiduría (o, como le llamaba Huxley, la Filosofía
Perenne) que cada ser humano está compuesto de una personalidad y una esencia. La esencia es aquello
que éramos aún antes de nacer, y que seguiremos siendo aún después de morir:
una porción de lo Sagrado, una parte del Todo. Esa esencia, para inser-tarse en
el mundo de la materia, se reviste de una personalidad: un conjunto de hábitos, de
aprendizajes, de mecanismos necesarios para interactuar con el entorno. Y dicen
estas Tradi-ciones que lo que acontece en función de ello es que la esencia va
quedando como dormida, aprisionada por esa identidad postiza, ahogada en su
frescura inicial. El trabajo interno de todo ser humano es el de despertar a su ser
dormido, reencontrarse con su
real naturaleza esencial.
Pero hay
algunas personas a quienes su esencia no se les duerme del todo: seres
sensitivos, interiormente inquietos, que miran la realidad indagando su
Sentido. Jamás se quedan con la percepción superficial de la vida, sino que
preguntan, -se
preguntan-, y, sin sa-ber cómo, deben desarrollar destreza para navegar en sus
propias aguas profundas. Pero, tal como Juan Salvador Gaviota se sentía
recortado (¡y expulsado!) por su bandada, con frecuen-cia estos individuos no logran encajar en lo común. A
veces, ya de niños o en la adoles-cencia hacen ingentes esfuerzos por ser
"uno más". Sin embargo, no
pueden: les resulta imposible renegar de su condición. Es como si una
voz interna les requiriera Buscar, procurarse lucidez para hurguetear en lo más
hondo de la existencia.
Hemos llamado a este conjunto de sentimientos y conductas
el complejo de
inade-cuación esencial: se definiría como el sentimiento de
la persona que, teniendo un nivel de conciencia más desarrollado que quienes lo
rodean, no puede asumirlo como tal, sino que lo vive íntimamente como si esto fuera un defecto. Se
siente inadecuado en donde todos parecen estar cómodos; se ve incomunicado en
donde todos parecen comunicarse con códigos que no logra aprehender; se
encuentra buscando los porqués profundos en donde todos transitan livianas
superficialidades. Y padece su condición como si fuera
un estigma, aunque secretamente puede que sepa que no tiene un defecto, sino un don: el de tener
una visión más amplia, una conciencia más integral, en un mundo regido por las
apariencias.
Cual si mirara
la cotidianeidad a través de un vidrio, no consigue ingresar en los có-digos de
la mayoría de la gente, y padece de una ríspida soledad. Como el Demian de
Herman Hesse, siente que no pertenecen al mundo de todos, y a su vez anhela
pertenecer. No necesariamente a ese
mundo: a algún mundo.
Encontrar sus pares, sus compañeros de Bandada. Pero, ¿quiénes? ¿Dónde? De esas
personas queremos hablarle. ¿De nosotros? ¿De Usted?
v Los
niveles de conciencia y la Inadecuación Esencial: Según las Tradiciones de Sabi-
duría, no todas las personas
tenemos el mismo grado de conciencia. La Humanidad, en ese sentido, estaría
constituida como una pirámide. La base de esa pirámide se conforma del grueso
de la población: millones de personas cuyas vidas trascurren mecánicamente, sin
grandes preguntas, sin búsqueda interna, sin sed de conocimiento.
Numéricamente, son los más. En ese nivel básico de evolución, la conciencia de
sí y de la realidad es escasa: se sigue el primigenio impulso vital de
sobrevivir y perpetuar la especie y, con ello, las necesidades del ego aferrado
a la materia. Y esto no depende exactamente del nivel sociocultural, sino de que
evolutivamente aún no se ha desarrollado la capacidad de darse cuenta de cómo se es, y de cómo funciona objetivamente la
Realidad. En Oriente, a este nivel de evolución primaria se lo
metaforiza como "estar dormidos" bajo los múltiples velos de la ignorancia.
Pero, como
antes decíamos, hay seres cuya esencia no se ha adormecido con lo básico de la
vida: personas que se preguntan para qué nacieron, que buscan, con mayor
claridad o mayor confusión, cuál es el Sentido del nacer y del morir. Esos
seres en proceso de
Búsqueda se alinean ascendiendo a partir de la base, hacia la
cúspide de la pirámide. Y cuanto
más elevado es el nivel de conciencia, menor será la cantidad de individuos que
estadísticamente se alineen en cada nivel, siendo ínfimo
el número de personas que podrían contabilizarse en la cumbre, donde morarían
las conciencias más esclarecidas.
Entre lo que sociológicamente podría llamarse "lo
masivo", y el nivel de un Cristo o de un Buda (iluminación), existe,
entonces, como una escalera por la que los individuos vamos ascendiendo a
medida que evolucionamos.
Los sufis
tienen un antiguo aforismo que dice: "Dichoso
el que tiene un alma; dichoso el que no la tiene; pero llanto y dolor para
aquél que la tenga en embrión".
¿A qué se refieren? A que en el extremo de menor conciencia, la inconciencia misma obra de protección respecto del dolor
existencial: se está obnubilado, atento a
lo trivial, sin grandes preguntas. Y en el extremo opuesto, de mayor conciencia, el dolor ha cesado pues se está en
concordancia con la Respuesta. Cuando no se está ni del todo dormido ni del
todo despierto, se está en una situación existencialmente difícil: aún se
permanece atrapado por el plano inferior, pero ya hay una lucidez que nos
permite ver nuestra propia mecanicidad y la del entorno. Esto conlleva
sufrimiento, y también la sensación de falta de pertenencia, de
inadecuación. Los sufis le llaman a esto "estar sentado entre dos sillas" (¡posición sumamente incómoda!).
A medida que se sube en esa pirámide evolutiva, el individuo va
teniendo mayor conciencia de quién es, y de qué leyes rigen la Realidad. Pero
quisiéramos señalar un punto de inflexión crítica (marcado en el gráfico por la línea horizontal roja): en la persona
que se ubica allí, el centro de gravedad de su conciencia ya no está en el
nivel de lo masivo, sino que "se ha despegado" de él; sin embargo,
aún la claridad no es suficiente como para
compren-der por qué se percibe diferente, se piensa diferente, se siente
diferente que la mayor parte de la gente. No se participa plenamente de los
valores y necesidades del nivel de conciencia anterior, pero aún no se encuentra pertenencia respecto del nivel actual
o del siguiente. Aquí es donde se experimenta inadecuación esencial de un modo agudo y doloroso.
Este fenómeno presenta al menos dos variables: puede ser que la persona
haya
nacido en ese nivel de conciencia, o
bien que haya evolucionado hacia él a
través de su experiencia de vida. Veamos cada una de estas variables.
v El cisne
avergonzado: Los viejos cuentos infantiles suelen
contener claves cifradas que
nos
hablan simbólicamente de las realidades del alma. Uno de ellos es la conocida
historia del "Patito Feo": un pichón de cisne que, por accidente,
había sido incubado por una pata. Al nacer, como es lógico, se crió entonces
entre sus hermanos patitos, sin saber que pertenecía a una especie diferente. Más grande que el resto, más oscuro comparado con
sus hermanos, su percepción de sí mismo era la de alguien inadecuado y torpe, por más que se esforzara en no distinguirse del
resto. Hasta que un día sus plumas grisáceas se fueron volviendo muy blancas,
su cuello se estiró grácilmente, y, al ver su imagen en el espejo del lago, se
dio cuenta de que era bello, bellísimo... Más armonioso y elegante que sus
hermanos, que tanto se habían burlado de él.
Muchas personas que nacen con una
conciencia desarrollada son sumamente rechazadas por su entorno: por un lado,
porque suelen ser torpes en sus intentos de adaptarse (muy retraídos, hipersensibles, precozmente maduros, críticos, a veces
incapaces de adecuarse a los códigos sociales de sus congéneres); por otro,
porque con frecuencia son portadores de talentos que se destacan: valores éticos elevados, dotes artísticas,
inteligencia notable, capacidad de cuestionamiento, criterio propio... Y esto
despierta envidia en sus congé-neres, envidia nacida de ver en él encarnadas
las potencialidades que quizás ellos mismos no se atreven a expresar. La
conjunción de estos rasgos suele ser fatal, sobre todo en la adoles-cencia y
primera etapa de la juventud. En esta etapa será crucial que este tipo de
persona pueda ser apoyada para aceptarse a sí misma tal cual es, considerarse
valiosa y afirmarse en su verdadera identidad, sin renegar de ese "ser
diferente".
No contar con ese apoyo de parte de adultos criteriosos que le ayuden a
ver su condición de cisne, suele derivar con frecuencia en la constitución de
una personalidad "mal armada" a partir de múltiples mecanismos de
defensa, y luego requerirá mucho trabajo interno para des-plegar sus peculiares
talentos. A veces está pseudoadaptado al entorno; otras, es "la oveja
negra" del grupo familiar o de los grupos a los que pertenece:
cuestionador, rebelde, autodeterminado, disruptor de estructuras establecidas.
Esa personalidad oscilará entre sentirse inferior al entorno, y autopercibirse
distorsionadamente como alguien superior, desarrollando una arrogancia secreta
sobre su "ser especial". Un
delicado equilibrio que, sin embargo, es posible propiciar.
v El despertar
y la soledad: Pero no
siempre la inadecuación esencial se presenta en las
primeras
etapas de la vida. La segunda posibilidad implica que el individuo descubra este sentimiento recién en su vida adulta: fue una persona eficazmente adaptada al entorno,
sin grandes diferencias respecto de sus congéneres: creció como todos, pensó
como todos, sintió como todos, consumió lo que todos. Pero, por alguna
circunstancia externa o interna, en algún
momento (más frecuentemente alrededor de la mitad de la vida) su orden colapsó, entró en crisis, y comenzó a replantearse el para qué de su existencia.
Cuando esto acontece, es natural que, con mayor o menor lucidez, la
persona comience un proceso de Búsqueda (libros, terapia, cursos...). Esta
situación modifica su relación con los demás, sintiéndose probablemente aislada
respecto de quienes le rodean, -y a quienes quizás anteriormente consideraba
muy cercanos-: de pronto ya no comparte sus intereses, sus gustos, sus
necesidades. Es más: sus propias inclinaciones actuales pueden resultarle a los
demás incomprensibles y hasta cuestionables. Y una parte de lo que le sucede a
quien vive este pasaje, es la angustia de ver a sus seres cercanos, a veces aún
los más íntimos, inmersos en la confusión, en preocupaciones sin sentido, en
banalidades que les hacen sufrir innecesa-riamente. Pero, en ese proceso aún no
se sabe cómo integrar eso que se va percibiendo como el verdadero Sí-Mismo, cómo vincularse con eso. Hacerlo
conllevaría un cambio funda-mental en el modo en que se encara cada asunto de
la propia vida.
Quien rasga ese velo de ignorancia,
vivencia una intensa soledad, más allá de que se encuentre rodeado de familiares
o amigos. Es justamente ante ellos que experimenta su propio sindrome de
inadecuación esencial: ya no
puede seguir siendo como era, pero no sabe ahora cómo ser. Siente la necesidad
de pares que comprendan de qué se trata lo que está viviendo, pero no sabe cómo
ni dónde encontrarlos. Inclusive puede ser que crea que está volviéndose loco,
y muchas veces es posible que, efectivamente, necesite de ayuda terapéutica,
pero no por estar enloqueciendo, sino para reorganizar su identidad con el menor costo de dolor posible.
v La neurosis
cruzada: Ir despertando no quiere decir
que vayamos quedando exentos de
neurosis:
por el contrario, quienes están en contacto con su aspecto esencial (ya sea
porque, como en el primer caso, nunca lo han perdido, o bien, como en el
segundo, porque lo hayan redescubierto en algún punto de sus vidas) necesitan
lidiar con muchos de los problemas internos de la mayoría de las personas, más las fricciones propias de quien tiene en sí mismo
una dimensión psicológica vertical, además de la horizontalidad propia de todo individuo. Podría
denominársele una neurosis cruzada, en la
cual aparecen elementos personales no resueltos, mezclados con una fuerte
espiritualidad que no logra canalizarse armónicamente.
Así, el terapeuta avezado deberá
trabajar con diferentes aspectos específicos propios de este tipo de
circunstancia psicológica: depresiones existenciales, tendencia a confundir las
experiencias verdaderamente transpersonales o espirituales con lo imaginario,
inclinación a eludir el compromiso con la vida, sentimientos de inferioridad
(por la mencionada inadecuación) compensados neuróticamente por sentimientos de
superioridad vinculados a su "ser especial", etc.
En ese sentido, un aspecto vital de
quien aspira a desarrollar su identidad esencial es chequear su mundo interno
con quienes puedan ser neutrales al respecto, y que tengan cono-cimientos como
para hacerlo, a fin de evitar las confusiones propias de las personas complejas
e interiormente ricas.
Los grupos de pertenencia, en ese sentido, pueden ser fundamentales para que
la personalidad se reestructure) de un modo sano y armónico. Pero, claro, las personas "raras" en el
sentido en que lo venimos describiendo suelen experimentar fuertes dificultades
para encontrar seres "de su misma especie". Vayamos a este punto...
v La necesidad
de encuentro: En el Budismo
existe un concepto fundamental
que es el
de sangha: un grupo de personas comprometidas en su Búsqueda interna, que se
vinculan entre sí para apoyarse y ayudarse mutuamente en la investigación de
esos reinos. Es como si el básico instinto gregario tuviera una versión sutil,
que hace que la persona sensitiva, esencial, tenga imperiosa necesidad de
relacionarse con individuos afines. La tendencia masiva de pertenecer a algo
más grande que uno, que lo abarque y lo proteja para sobrevivir (resabio
atávico de la manada) se sutiliza como una necesidad vital de pertenencia a
partir de la comunicación de esencia a esencia.
De hecho, muchas veces cuando ese tipo de comunicación acontece, no
siempre está sostenida por una intensa conexión de personalidad a personalidad:
puede ser que desconoz-camos información básica sobre quién es el otro, cómo
vive, a qué se dedica... Sin embargo, su mundo interno, que nos convida al compartir
lo que siente, ejerce un efecto de resonancia sobre el nuestro, nos conmociona, y a su vez nos produce la necesidad
grata de compartir lo que somos y sentimos. Este circuito resulta sumamente sinérgico, retroalimentándose las personas para generar mayor
comprensión de quiénes son y de lo que experimentan.
Suele suceder también que el encuentro entre individuos con afinidad
esencial esté rodeado de un sinnúmero de coincidencias significativas
(sincronicidades), que resultan suma-mente movilizantes para ambas partes,
estimulando el compromiso respecto del trabajo sobre sí mismo que cada persona
esté realizando (y a veces también generando confusiones y fantasías por la
mala interpretación de esas "señales", no tan sencillas de
decodificar).
Cuando se experimenta este encuentro entre personas internamente
afines, lo que sucede es que, según el esquema del inicio, están en el mismo
escalón evolutivo, pertenecen al mismo nivel de conciencia (o similar). Lo que se siente al vivenciar este tipo de co-municación
es una profunda conmoción, una honda alegría, y una disminución del sentimiento
de aislamiento y soledad.
A veces esa comunicación puede sostenerse en el tiempo, otras veces no.
Esto va a depender de diversas variables, pero sobre todo de la sanidad interna de cada miembro del vínculo, que permita no
establecer comportamientos neuróticos en la relación, o al menos, si éstos se
instalan, advertirlos y trabajarlos individual y conjuntamente.
v La autenticidad
esencial: Cuando dos
o más personas con intereses internos se encuen-
tran,
puede suceder el curioso hecho de que en lugar del usual sentimiento de
inadecuación, experimenten, por el contrario, familiaridad, sintiéndose
"como en casa": no hay nada que forzar, no hay nada que aparentar,
ninguna imagen que vender ni que comprar.
A veces se establece una rápida fluidez comunicacional, y hasta una
peculiar intimidad que, para quien ha padecido el aislamiento sensitivo, se
vuelve algo sumamente valioso: un ámbito donde expre-sarse tal cual se es, sin
impostaciones, y donde conocer a otros que se abren bajo las mismas
condiciones.
Nuestros tiempos actuales ofrecen el
privilegio de crear entornos para este tipo de en-cuentros: grupos
terapéuticos, espacios de reflexión, seminarios sobre temas que hacen al mundo
interno... Si bien no todos estos ámbitos son lo que aspirarían a ser, muchos
de ellos se vuelven propicios para el Encuentro (sobre todo si están
coordinados por personas sensatas que tengan un verdadero trabajo sobre sí
mismas).
Otra variable disponible son las
actividades que proponen espacios de aprendizaje o de trabajo colectivo a
través de internet: los grupos virtuales pueden proporcionar un contexto sumamente válido para el hallazgo
recíproco de personas afines, ya sea que se conozcan luego personalmente o no.
Nuestra experiencia con seminarios virtuales sobre temas que ha-cen al
conocimiento de sí mismo nos ha mostrado un hecho curioso: la modalidad de
apren-dizaje a través de la web, cuando está desarrollada con calidez y respeto
interpersonal, hace que muchas personas puedan volcar lo que sienten y lo que
piensan con enorme autenticidad, tanto en
los diálogos por chat como en los foros de debate sobre asuntos específicos. Y
el fenómeno grupal que aquí se produce es que la apertura de uno invita a la
apertura del resto, la sinceridad de uno abre la franqueza de todos. Y el medio
virtual puede proporcionar un descenso de las defensas, y, con ello, de las
estrategias habituales de lo más externo de sí. A medida que se establece un
vínculo de confianza, puede ser que este tipo de intercambio humano permita
sortear las barreras que impone el ego para ir directamente al ámbito de lo
interior, lo verdadero, lo que no desea vender ninguna imagen. Aquellos que
vibran por resonancia con lo que alguien convida de su sentir, se ven
impulsados a participar desde ese mismo nivel de intimidad.
Siendo que las personas con un nivel
de conciencia desarrollado no son muchas, el encuentro de dos o más seres
evolucionados esencialmente afines es un pequeño milagro que desafía las
estadísticas: es difícil, numéricamente improbable, y, sin embargo, posible. La condición para que pueda llegar a producirse
es permanecer en actitud de apertura, trabajando consigo mismo y rastreando
aquellos espacios y personas que puedan ayudarnos a com-prender que no somos
raros, inadecuados, inaceptables. Permitirnos descubrir que hay otros "de
nuestra misma especie". Cada uno de nosotros vino a ejecutar su
instrumento en esta Gran Orquesta. Pero nadie vino a ser solista: hay otros
que, lo sepamos o no, están tocando nuestra misma partitura. Sólo debemos abrir
los sentidos, escucharlos, y caminar en su dirección...§
© Virginia
Gawel
www.centrotranspersonal.com.arPublicado por la revista "Uno Mismo" de Chile, año 2005.
No encajar es un problema que tenemos los adoptados. Eres diferente al grupo familiar, cultural, en tu raza o aspecto fisico. Si tienes talentos en una sociedad light como en la que tuve que crecer, peor...no encajas. La adolescencia es dramatica por no encajar, pero al descubrirme y saber que puedo disfrutar mis talentos conmigo misma y con unos pocos bichos raros de mi entorno comprendo que si hay un lugar para mi. Viajar es bueno para conocer gente que es como uno, y al ampliar la mente uno deja de sentirse raro y se da cuenta que es como otras personas en otros lugares. Entendi que hay que aprender a convivir con la diversidad y no andar con la neurosis de todos tenemos que ser asi, "cortados con la misma tijera" y valer por nuestra esencia, por aquella vela que encendio los talentos en nuestro interior y que deben salir al mundo sin miedo, asi rabien los envidiosos (nuestros paparazzis).
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ResponderEliminarEs reconfortante leerte, querida Virginia. Siempre he sido muy introvertida, lectora silenciosa desde niña; aburrida y antipàtica para el general de la gente. Ese reflejo que me devolviò el entorno hizo mella en mì y aquì estoy :tratando de autoafirmarme y convencerme de que que tengo derecho a SER. Gracias por compartir toda tu experiencia y amorosidad con los patitos feos que intentan desplegar su cisne interno. Abrazo!!
ResponderEliminarEsta lectura es reconfortante. ¡Saludos!
ResponderEliminarHermoso, Virginia, para todos los que como yo, sentimos no ENCAJAR. Gracias infinitas
ResponderEliminarHermoso Virginia!! es muy reconfortable, me siento muy identificada.Gracias, gracias, gracias.
ResponderEliminarMiles de gracias por traer paz a mi0 mente y mi alma después de tantos años y ver q no soy...rara...
ResponderEliminarQue grata sorpresa leer este artículo. Quisiera encontrar almas afines. Desde siempre tocó sola mí instrumento, y ahora leo que se trata de una orquesta... Cuál sería el camino para encontrar al menos otro músico? Mí corazón lo espera con ansias desde muy pequeña. Quedo a la espera de quién quiera contactar. Bendiciones!
ResponderEliminarEn mí cuaderno de niña una vez anoté "¿Por qué es tan difícil quererme?" Esa pregunta me acompaña hasta hoy.
ResponderEliminarUn dolor que desgarra el alma y parece que nunca se soluciona.
Gracias, dejas un mimo y una certeza. No hay nada mal en mí, no estoy sola.