Amo a la gente que dice “No sé” cuando no sabe. La respeto.
Aprendo con ella.
Se dice en la mitología oriental que la diosa Durga
representa, entre otras cosas, lo desconocido: aquello que ni siquiera la
ciencia podría develar. Me encanta esa imagen: la ciencia avanzando, el
conocimiento queriendo cortar la niebla como con una tijera… pero para hallar
que el reino de Durga no sólo no se achica a medida que el conocimiento avanza,
sino que, por el contrario, se vuelve más vasto, más misterioso, más ilimitado.
Un buen científico es el que sabe que hay más de lo que
ignora, que de lo que sabe. Se sobrecoge por lo que aparece ante sus ojos; se
maravilla. Y guarda profundo respeto ante eso desconocido, sabiendo que sólo
podrá formular hipótesis y, sobre todo, que una hipótesis no es una conclusión:
es un supuesto que habrá que comprobar (o que quizás nunca pueda ser
comprobado, sino que servirá como muleta provisoria para seguir caminando hacia
el procurar comprender un poco más).
Buscando antiguos correos encontré una gacetilla que recibía
con pasión cada mes, en el año 2007. Hablaba de los secretos del mar, y la
escribía un instructor de buceo llamado Tito Rodríguez. Un día, uno de esos
correos que yo tanto esperaba traía la noticia de que el corazón de Tito se
había detenido en el fondo del mar, mientras buceaba. Me atravesó saberlo.
Extrañé sus correos; añoré a esa persona que nunca llegué a conocer, pero que
me acompañaba a asombrarme. Hoy, encuentro sus palabras:
“Un extraño tiburón se acercó a la superficie. Es un
tiburón desconocido, su forma resulta extraña y no figura en los catálogos, su
nombre no figura en los listados porque aún no tiene nombre. El mundo se
sorprende, la prensa lo llama “el tiburón prehistórico” ¿acaso no lo son todos?
Los seudo científicos esbozan un pre-retrato: ‘Es un tiburón que vive a más de
mil metros de profundidad’. ¿Cómo aseverar ante lo desconocido? Tal vez,
ponerle títulos a la ignorancia nos aleja de ella.
Pero… ¿de dónde proviene la sorpresa? El Censo de Vida
Marina que se está desarrollando actualmente indica que apenas conocemos un 15
% de los peces existentes en los mares del mundo. Lo que significa, claramente,
que el 85% nos son totalmente desconocidos. Si sacamos la cuenta de que hay más
peces que aves, mamíferos y reptiles juntos, podríamos asegurar que
desconocemos a la mayor parte de los animales que pueblan nuestro planeta”.
Es cierto, Tito: “Tal vez, ponerle títulos a la
ignorancia nos aleja de ella”. Por eso: cuidado. Porque cuando esto mismo
sucede en relación al océano interno de una persona, al ponerle etiquetas
equivocadas por no tolerar la ignorancia, podemos estar generando una profunda
confusión (en nosotros mismos y en el otro). Estaremos clasificando a las habichuelas
dentro del grupo de los anfibios, y luego, andaremos por la vida muy
satisfechos de “haber resuelto el problema”.
Yo no puedo hablar de mar ni de insectos. No sé el nombre de
las constelaciones ni distingo la fórmula del benceno respecto de la del ácido
clorhídrico. Yo sólo sé escuchar. Durante treinta años he escuchado. He
escuchado amar, duelar, enojarse, sufrir, anhelar, buscar, encontrar, perder…
He escuchado gente. Y me consta que un terapeuta, o un humano que se navega por
dentro, necesitan tener muy claro dónde empieza el reino de Durga (tanto como
un navegante precisa saber que está atravesando el Ecuador o entrando al
Triángulo de las Bermudas).
Le hará falta ser paciente con la propia ignorancia. Ser
modesto. Y, si estamos buscando ayuda, ser muy, muy prudentes. Porque una de
las cosas difíciles de decir es “No sé”. Y cuando no se puede decirlo, tomamos
la etiquetadora de remarcar los precios en el supermercado, pero la usamos para
generar confusión pegando etiquetas explicativas. “Tu cáncer de estómago es
por algo que no quisiste digerir”. “Esta fobia se debe a que hay una
energía densa que estás absorbiendo de tu pareja y de su hijo”. “Típico
del complejo de castración: no habrá pareja que se quede a tu lado”. “El enojo
que se aloja en tu plexo solar es resultado de tu vida anterior, en el que
fuiste herida en medio de la batalla cuando tenías a tu niño en brazos”. “Esta
técnica es para alinear tu ego con el eje de la galaxia”. “Voy a
decodificar de tus células el karma de tu familia y el de los hijos que tengan
tus descendientes”. “Me lo han dicho los Maestros Guías”. “Lo sé
por las plantas sagradas”. “Me ha bajado esta información”.
No piensen que estoy inventando todo esto: ¡no me alcanzaría
la creatividad! Son cosas que escuché, junto con muchísimas más, ante pacientes
atribulados por el gran “hallazgo” del sanador en cuestión.
¡Cáspita! Cuidado con poner etiquetas. Cuidado con
comprarlas. En síntesis: ¡cuidado con no dudar, por favor! Y cuidado con usar
palabras científicas para aquello que, sencillamente, no sabemos. La palabra
“cuántico”, por ejemplo, -tremendamente respetable en el área de la Física-
está hoy en boca de cualquier persona para explicar por qué el nene tiene tos,
y su doble etérico está en el futuro a punto de necesitar un cambio de pañales
(cosa que, si la hacemos, modificará cuánticamente el destino de toda nuestra
progenie).
Perdón si molesto a alguien con la ironía. Les pido un
poquito de paciencia para conmigo, esta vez: he escuchado. Y me ha cansado todo
este asunto: me subleva. Porque daña. He visto a tanta gente confundida,
perdiendo tiempo en teorías o técnicas traídas de los pelos, llevando el
estigma de “diagnósticos” que carecen de fundamento. Las librerías están llenas
de ello. Los programas de radio, la TV. Cuanto más improbable es su fundamento,
más ceros tiene el costo del taller, de la sesión, del cristal mágico…
Necesitamos volvernos más modestos. Sí, querido Tito, a
quien nunca tuve el gusto de mirar a los ojos. Aunque nos quedemos así,
flotando en lo no conocido. Pero el “No sé” habilitará una puerta valiosísima:
la de seguir investigando, sin buscar la salida fácil, sin decir que podemos lo
que no podemos. O quizás dejando que pueda aquello a lo que es mejor no ponerle
nombre (como lo han hecho los grandes terapeutas, queridos Carl Jung, Milton
Erickson y tantos otros…). Otorgándole a Durga su justo lugar.
Virginia
Gawel, para Sophia OnLine, octubre 2014.
Gracias Virginia por compartir tu pensamiento. Me llevó a una etapa de mi vida en la que estaba estudiando en la Universidad de Alcalá de Henares y como cierre, hicimos un encuentro con los compañeros. Uno de ellos nos regaló una caricatura. La mia era: mi mano levantada con un globito que decía :"Profesor ...una duda" Que hermoso recuerdo
ResponderEliminarQuerida virginia...mas que sabias tus palabras, y no porque la sabiduría no tenga dudas, pero si sensatez, si hay algo que voy des-cubriendo es eso, lo atinado de tu decir. Gracias!!!
ResponderEliminarQue valioso texto,y que útil seria que las personas que andan inventando barbaridades puedan si quiera entender algunas de estas palabras
ResponderEliminarGracias, Virginia!! Como siempre, nos das pautas y referencias para aprender a mirar con mirada amable nuestro actuar, accionar... Muy sabio todo esto de cuidarse de "etiquetar" o de quienes "etiquetan" sin cuidado...
ResponderEliminarUn abrazo!
Lili
Hola Virginia! convivir con lo que no sabemos con los no sè... y esperar activamente debe ser una de las cosas que màs me cuestan :) y no etiquetar.. bello el texto! Gracias, Cariños,Lisi
ResponderEliminarMaravilloso Virginia! Asi es. Gracias otra vez, por tu claridad, valentía y generosidad!!!! Chapeau!
EliminarHe comprado tantas cosas, y me maltraté al querer de-terminarlas, para cerrar algo, y así me metí en un agujero negro profundo, lleno de ira, vergüenza, engaño hacia mí. Por suerte pedí ayuda a tiempo sin darme por vencida, y heme aquí de vuelta en el camino que me lleva a mi centro de manera dulce armoniosa, saludable. Muchas Gracias Virginia.
ResponderEliminarQué poco nos permitimos decir "no sé" en medio de tantas pretendidas certezas.
ResponderEliminarNunca son auténticas, sino nuevas hipótesis.
Y así, tras Fuego, cada uno transitamos nuestro camino como podemos? O queremos? O deseamos? O algo, nada y todo junto?
Cuando quise decir Durga, el corrector eligió Fuego...
ResponderEliminar