sábado, 13 de septiembre de 2014

Dejarse solo de sí mismo



Aunque suene extraño, de todas las soledades 
humanas ninguna es peor que estar solo de sí mismo. Es decir, que nuestra vida suceda sin que estemos allí.

Una tarde vino a verme Rosa, una mujer ya mayor. Me contó sobre el tiempo en que sus hijos eran pequeños, y dijo esta frase: "Hoy siento cierta pena, pues en aquél entonces yo era feliz, pero no me daba cuenta".

Los antiguos decían que éste es el primer despertar de una persona: darse cuenta de que no se da cuenta.

Puede ser un instante duro, y luminoso a la vez: descubrir que somos como máquinas que funcionan en automático... y a la vez que en nosotros mismos está la posibilidad de convertirnos en maquinistas conscientes.

Ir "despertando" es descubrir que muchas de nuestras acciones y decisiones no nacen de nuestro verdadero Ser, sino que son patrones asimilados de nuestro entorno, o bien automatismos de nuestro temperamento que saltan por sí solos, como resortes que pierden la chaveta cuando algo los activa...

Otras veces, los acontecimientos o las personas de nuestro entorno tocan algún área nuestra de dolor o de temor, y nos vemos respondiendo con una intensidad inapropiada, devastando vínculos, malogrando buenos momentos o evitando justamente aquello que nuestro corazón más anhelaría.

Despertar... es advertir que uno vive a diario preso de sus mecanismos.

Pero, justamente, ese despertar es la lima que empieza a rescatarnos de entre los barrotes...

Sostener la habilidad de estar realmente presentes a cada instante requiere de entrenamiento.

Diversas Tradiciones de Sabiduría han diseñando distintas técnicas para ello; todas apuntan a ejercer una tipo especial de atención que implica el arte de ser lúcidos tripulantes de nuestro cuerpo, tanto para degustar una manzana como para expresar afecto, para saber poner límites o crear intimidad, para ejercer nuestra vocación o mirar encendidamente las estrellas...

Una atención sin elección (como decía Krishnamurti), pues lo observa nuestros procesos internos sin juzgar: "esto me gusta, esto no"; cuando nos juzgamos autogestamos conflicto, y lo rechazado se reprime, escapando a nuestra observación.

Estar presentes aceptando quienes somos, para evolucionar hacia ser cada vez más auténticos: ESO ES DEJAR DE ESTAR SOLO DE SÍ MISMO.

Rumi, el poeta persa, hacia el 1200 lo dijo así:

"Visión, no veas nada que yo no vea.
Lengua, no digas nada.
La manera en que la noche se conoce con la luna,
sé eso conmigo.

Sé la rosa más cercana a la espina que soy .

Quiero sentirme en ti cuando pruebes la comida,
en el arco de tu mazo cuando trabajes,
cuando visites amigos,

cuando tú solo subas al techo por la noche.

Nada hay peor que caminar por la calle sin ti.

No sé a dónde voy.
Tú eres el camino, y el conocedor de caminos,
más que mapas, más que amor." 




Virginia Gawel - Publicado por la revista "Uno Mismo", 2007

8 comentarios:

  1. Con tu permiso lo comparto en mi pagina. Es excelente! Muchas gracias!

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  2. Me encantó, como todas tus cosas, Virginia. Soy "adicta" a todos tus cursos on line, lamentablemente el único presencial que hago no puedo asistir siempre pero el próximo miércoles estaré. Razones familiares, agotamiento físico y mental que se expresan en el cuerpo. Es entendible aunque busco corregirlo. Un beso grande, Claudia

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  3. Excelente nota, y el poema es profundo y conmovedor. Gracias! lo comparto!

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  4. Hace poco encontre tus videos en you tube, he visto algunos, desearia verlos todos. Aprendo mucho. Gracias por existir!

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